En la nueva economía, gobernar ya no significa tener el control, sino dar dirección con propósito.
Los órganos colegiados son hoy más que estructuras de decisión: son espacios de diálogo, reflexión y conciencia colectiva, donde se define no solo el rumbo de las empresas, sino también el sentido con el que se avanza.
Margarita C. Gutiérrez nos recordó que un consejo que no incomoda se estanca, y uno que no transforma desaparece.
En un mundo donde la velocidad del cambio desafía las jerarquías tradicionales, los órganos colegiados deben ser ágiles, éticos y visionarios.
De estructuras de poder a espacios de propósito
Un órgano colegiado no es un espacio de poder, sino un espacio de propósito.
Su esencia está en la conversación estratégica que permite integrar perspectivas diversas, generar acuerdos sostenibles y construir visión compartida.
En estos espacios se discuten ideas, se confrontan opiniones y se crea pensamiento colectivo.
Cuando el diálogo combina razón, emoción y diversidad, el consejo se convierte en una brújula colectiva capaz de orientar a la organización hacia decisiones más humanas y sostenibles.
Una mesa de diálogo estratégico reúne perspectiva directa, experiencia colectiva, juicio enriquecido y la capacidad de anteponer el compromiso al ego.
“El valor de un consejo no está en cuántas voces tiene, sino en la calidad de las conversaciones que sostiene.”
Sentipensar: el corazón presente en la toma de decisiones
Gobernar con propósito requiere integrar la mente y el corazón, lo racional y lo emocional.
Margarita lo describe como la capacidad de sentipensar: analizar los datos, pero también considerar lo que se sintió, lo que se dañó y lo que se puede reconstruir.
Los órganos colegiados pueden ser el corazón pensante de la organización.
El verdadero liderazgo no surge de las reacciones rápidas, sino de la reflexión profunda, de escuchar con atención plena y de permitir que cada voz aporte nuevas revelaciones, esos “Aha moments” que abren perspectivas inéditas.
En este espacio de conversación, el propósito compartido trasciende los intereses personales.
La conversación consciente se convierte en un acto de coherencia y servicio.
Las dimensiones visibles e invisibles del consejo
En toda estructura colegiada coexisten dos tipos de responsabilidades:
Las visibles, que son tangibles y formales: aprobar estrategias, revisar resultados, documentar decisiones y velar por la transparencia.
Las invisibles, que dan sentido y ética a la gobernanza: decir lo que nadie se atreve, tener sensibilidad para el clima emocional, actuar con integridad y mantener el compromiso de formar a quienes vendrán después.
“Las responsabilidades visibles se documentan; las invisibles se honran.”
El órgano colegiado, cuando se asume con conciencia, deja de ser un comité que decide y se convierte en un espacio que eleva la cultura organizacional.
Visiones que sustentan una gobernanza con propósito
En la reflexión sobre la gobernanza con propósito, Margarita C. Gutiérrez integró tres referentes intelectuales cuyas teorías fortalecen la práctica de los órganos colegiados.
Las aportaciones de Fernando Flores, Jürgen Habermas y Boaventura de Sousa Santos permiten comprender cómo la conversación, la ética del diálogo y la diversidad de saberes se entrelazan para construir una gobernanza más humana, inclusiva y efectiva.
Fernando Flores: las conversaciones que crean realidad
Para Flores, las organizaciones no existen por sus estructuras, sino por sus conversaciones.
El lenguaje no es solo una herramienta: es el espacio donde se construyen los acuerdos, la confianza y el futuro.
Su modelo de conversaciones para la acción propone que cada diálogo dentro de una organización debe tener un propósito claro: coordinar, comprometer, aprender o crear nuevas posibilidades.
En los órganos colegiados, esta visión se vuelve esencial.
Un consejo que domina el arte de conversar con claridad, coherencia y sentido es capaz de transformar la cultura y guiar decisiones que perduran.
“Un consejo que conversa bien, gobierna bien.”
Jürgen Habermas: la ética del discurso y el poder del consenso
Habermas lleva la conversación al terreno ético.
Su teoría del discurso comunicativo sostiene que el poder legítimo solo surge de un diálogo libre de coacción, donde todas las voces pueden expresarse sin miedo ni jerarquías.
En el contexto de los órganos colegiados, esto significa que la autoridad no proviene del cargo, sino de la calidad del argumento.
Cuando un consejo dialoga desde la razón y no desde la imposición, las decisiones se legitiman y la confianza se fortalece.
“La coacción es el fracaso del diálogo.”
Así, el consejer@ se convierte en un mediador de sentido, capaz de sostener conversaciones difíciles con respeto, apertura y serenidad.
Boaventura de Sousa Santos: la ecología de saberes y la inteligencia colectiva
Boaventura propone mirar el conocimiento desde la diversidad.
Su concepto de ecología de saberes reconoce que ninguna disciplina o experiencia tiene el monopolio de la verdad; la sabiduría surge del encuentro entre el conocimiento técnico, la sensibilidad humana y la experiencia práctica.
En un órgano colegiado, esta idea se traduce en la importancia de la diversidad de perspectivas.
Cada voz —sea técnica, emocional o humana— aporta un fragmento de verdad que, al entrelazarse, enriquece el pensamiento colectivo.
“Escuchar al otro es ampliar la capacidad de decidir.”
El buen consejer@ no busca tener la última palabra, sino construir un espacio donde todas las voces se reconozcan necesarias.
El caucus: la pausa que sostiene la conciencia del consejo
Parte de ser “incómodo con elegancia”, como señala Margarita, es saber hacer una pausa en el momento preciso.
De ahí surge el concepto de caucus, tomado del ámbito de la mediación y la gobernanza, que se define como una pausa estratégica en la sesión del consejo para permitir reflexión, liberar tensiones o reenfocar la conversación.
Esta práctica, común en contextos de negociación y liderazgo, funciona como un espacio de claridad emocional y prudencia colectiva.
Durante un caucus, se suspende el diálogo principal para retomar el propósito común y cuidar la calidad del intercambio.
“Cuando la tensión, la urgencia o el desacuerdo se intensifican, un consejer@ con propósito puede solicitar un caucus para reconectar con el propósito del diálogo y asegurar que la conversación siga alineada con los valores compartidos.”
Saber cuándo detenerse no es debilidad, sino una forma de cuidar la coherencia y el propósito compartido.
Gobernar con nobleza en tiempos de cambio
En la nueva economía, los consejeros enfrentan dilemas constantes:
¿proteger el status quo o habilitar uno nuevo?,
¿apostar por la agilidad o por el control?,
¿mantener estabilidad o provocar transformación?
Su influencia no viene de la autoridad, sino de la argumentación y la serenidad en medio del caos.
Gobernar con nobleza es buscar impacto verdadero, no protagonismo.
“El rol del consejero no es tener razón, sino generar comprensión.”
Consejer@s en la nueva economía: conectar, anticipar y trascender
El consejo no impone; recomienda, pregunta y da visión.
Su labor no se limita al presente: cada decisión modela futuros posibles.
Margarita C. Gutiérrez lo resume con tres desafíos para los consejeros de hoy:
1️⃣ Cuestionar lo incuestionable.
2️⃣ Ser más experto que provocador.
3️⃣ Generar legado, no solo presencia.
El consejero en la nueva economía no gobierna para hoy, sino para los que vendrán.
Inspira desde la nobleza y actúa desde el propósito.
Cierre
En tiempos donde las estructuras cambian más rápido que las certezas, gobernar con propósito es aprender a conversar con conciencia.
Los órganos colegiados del futuro no serán los que tomen las mejores decisiones, sino los que logren construir conversaciones que transformen el futuro.
El futuro no se impone, se dialoga.